Hay la intervención de potencias, de grandes potencias. Quizá la potencia internacional más notable que intervino en México es Francia. Esa intervención tiene lugar en medio de una lucha interna, es provocada en parte por esa lucha interna. México está dividido a mediados del siglo, en la segunda mitad del siglo XIX, entre liberales y conservadores. La Constitución de 1857, la constitución liberal, despierta muchas resistencias, de la Iglesia y de otros lados conservadores. Hay un cierto equilibrio catastrófico entre liberales y conservadores y, entonces, el mundo externo aprovecha eso para introducirse en México y beneficiarse de esa incapacidad de los mexicanos de tener un sistema estable. Los norteamericanos por un lado, con el llamado Tratado MacLane-Ocampo, se aprovechan proponiendo un acuerdo con México, en donde realmente se le quita el control del Istmo de Tehuantepec. Se divide en dos al país, y luego además se le exigen rutas, carreteras, que terminan en Estados Unidos, que también serían protegidas por Estados Unidos en caso necesario. Se partió en pedacitos el país. Afortunadamente, ese tratado nunca llegó a firmarse, pero ahí estaba. Ese es un lado de la ecuación, el otro lado es Europa. Del lado europeo, quién quiere intervenir en México. A los ingleses no les interesa, tienen tanto, tanta extensión en Asia, luego la van a tener en África. A ellos les interesa el comercio, pero no el control directo. Los franceses van a decidir que echan su cuarto de espadas del lado de los conservadores, aprovechan la Guerra Civil, y Napoleón tercero decide que va a expandir el poderío francés en dos áreas de este planeta. Por un lado, se va a ir a la Indochina, exactamente los mismos años. Y por otro lado, va a venir a México. A la Indochina va a llegar como conquistador, va a asumir la soberanía de lo que hoy es Vietnam. En el caso mexicano no se trataba de eso, se trataba más bien de crear un estado dependiente. Un estado que formalmente sería soberano. México no sería otra vez colonia, pero tendría en la cabeza a un monarca europeo, un monarca de los Habsburgo, es decir, de la Casa Imperial que conquistó México en el siglo XVI. Fueron los Habsburgo los que estaban en España en el poder cuando Cortés llega a México y toma por la fuerza el control de esta parte del mundo. Entonces, hay una cierta continuidad. Maximiliano de Habsburgo va a ser un emperador constitucional, no es un emperador a la antigua, es un emperador moderno. Francia lo apoya durante un tiempo, con la idea de fomentar los intereses y los negocios franceses en México. La minería les tenía mucho interés, y ¿por qué pueden hacer esto? Porque Estados Unidos, la gran potencia que ya no era la gran potencia, estaba por surgir como gran potencia, no me adelanto, estaba por surgir, estaba muy ocupada con su propia guerra civil. Entonces, dejó un vacío de poder en la zona inmediata, en su zona inmediata de influencia donde estaba México en primerísimo lugar. Ante ese vacío, es que los franceses llegan con una idea más o menos clara, dominar México muy rápido, dejarlo estable, con ese gobierno monárquico constitucional encabezado por Maximiliano, pero con un ejército mexicano y con todo lo demás mexicano. Con unas ligas económicas con Francia muy claras. El proyecto era sencillo. Tuvo dos problemas, uno que no pudieron imponer el control que ellos querían de una manera tan rápida. Cierto, derrotaron al ejército liberal que estaba apoyando a Juárez en la Segunda Batalla de Puebla. Después de esa batalla, la primera la ganó Juárez, la segunda la perdió. Ya no queda ejército formal, pero hay una guerra de guerrillas. Y el otro punto es que la guerra civil norteamericana termina por volver a imponer la unidad en Estados Unidos. No hay dos estados, no están los Estados Unidos de la Unión y los Estados Unidos Confederados, sino que vuelven, después de una lucha intensísima y sangrienta, a imponer el control, el norte sobre el sur. Y en ese mismo momento, se le notifica a Francia que existe la Doctrina Monroe, esa que dice que en América los europeos no tienen ya ninguna posibilidad de volver a intervenir e imponer sus intereses. Claro que Estados Unidos declaró esta doctrina, no por amor a la independencia de las Américas, sino para afianzar su hegemonía en la región, sobre todo en la región más cercana que es México, el Caribe y Centroamérica. Así que en cuanto terminaron de resolver sus problemas internos, en los 1860, mediados de los sesentas, de inmediato vuelven los ojos a México y presionan para que Napoleón Tercero saque sus tropas de aquí, y las saca. Pero como no había podido terminar con la resistencia de los liberales, que sin tener ya un ejército formal habían recurrido a la guerra de guerrillas, entonces los liberales toman la ofensiva, y vaya que si la toman y la toman muy bien, deshacen la resistencia conservadora, sitian Querétaro, toman prisionero al emperador, a sus principales lugartenientes, les hacen un juicio formal y los fusilan. Este momento tiene un doble significado. Uno, lo celebramos nosotros mucho y creo que con toda la razón. Es el significado del triunfo, del nacionalismo mexicano encarnado por los liberales contra la intervención de una gran potencia europea, y se les manda el cadáver de Maximiliano para reafirmar que éste ya no es un país en el que ellos puedan estar pensando como parte de sus imperios formales o informales. Pero tiene otra característica y es la que nos importa, que afianza la posición de Estados Unidos en nuestro país. La posición como la fuerza externa dominante, es la doctrina Monroe la que se afianza, y detrás de ella el poder político, económico y, a la larga, también cultural de los Estados Unidos. Veremos en otra lección cómo llegamos a esto.