Bienvenidos al Mooc de Introducción al Arte Sonoro del Máster en Arte Sonoro de la Universidad de Barcelona. Nos encontramos, en este momento, en el aula 206-2 bis de la Facultad de Bellas Artes de la universidad donde, por regla general, tienen lugar las actividades presenciales del máster en Arte Sonoro. Vamos a hablar en este vídeo de algunas cuestiones que relacionan la tecnología y el arte sonoro. No podemos abarcarlas todas. Por eso, directamente, aunque el material pedagógico habla demás, ahora mismo voy a hablar de una cuestión importante para el arte sonoro, que es el espacio y la multifocalidad. Es decir, el uso de muchas fuentes de audio simultáneamente. El estado del desarrollo de la tecnología de audio conducía, ya en los años '80, al estado actual de esa llamada multifocalidad. Existían precedentes estéticos. Hacía ya más de 30 años, de los primeros conciertos para múltiples altavoces de Schaeffer y Henry en el año 1951. Más de 20, del Politopo de Xenakis en la Exposición Universal de Bruselas en 1958. Hacía una década de la creación de sistemas estables de espacialización como el Gmegaphone presentado en 1973 por el Groupe de Musique Expérimentale de Bourges. El Acousmonium, un año más joven, del Groupe de Recherches Musicales, o el Halaphone de Hans Peter Haller, que habían sido especialmente concebidos para la espacialización de obras almacenadas en soporte llamado fijo. El Diatopo que Xenakis proyectó para la explanada de Beaubourg, instalado en 1978, que tenía muchísimos altavoces en su interior, aún reverberaba en las mentes avezadas. Y Pierre Henry continuaba ofreciendo conciertos multifocales, y en países como Francia, como Bélgica, Alemania, Austria, Suiza, Finlandia, Suecia, Reino Unido, Canadá y otros. Donde las ayudas a la cultura llegaron a ser, en esos años, suficientemente cuantiosas, fueron muchos de los grupos y laboratorios de música llamada electroacústica que pudieron concebir, que pudieron perfeccionar, dispositivos de espacialización del sonido. El empleo del espacio como poética sonora no es una idea nueva por otra parte, como nunca dejó de recordar Luigi Nono, que muy pronto concibió sus obras electrónicas para ser interpretadas y espacializadas por dispositivos multifocales. Decía él que, nos preceden las experiencias espaciales de los Gabrieli en la Catedral de San Marco. La diferencia con ese pasado tan lejano es que, en los años '80, incluso antes, los detalles de la experiencia estética del sonido podían ser, ya no sólo mejorados o empeorados por el espacio donde aquélla tiene lugar, lo que vendría a suponer el abandono de la calidad de la recepción de las obras a la contingencia de los espacios donde se hicieran públicas, sino modulados, es decir, intervenidos, es decir, transformados, e incluso, hibridados en virtud de herramientas computacionales, con la finalidad de ajustar las propiedades de los productos artísticos y de los espacios donde sonaban. La diseminación de la relevancia del espacio como nueva variable de significación estética en los productos artísticos, la sonorización de los espacios con múltiples focos de sonido, junto con la posibilidad de automatización de las producciones sonoras, que cuestionaba la necesidad de intérpretes en directo así como de discursos cerrados en un soporte fijo, llevó al planteamiento de nuevas situaciones de escucha. Se ponía de manifiesto que, el concierto, no era la única manera, ni la mejor, de exponer según qué trabajos de música experimental. Su recepción, lejos de circunscribirse a la soledad de la sala de estar o a la rigidez de la ceremonia concertística, sugería y permitía espacios y tiempos de dimensiones muy distintas, algo bastante inalcanzable a la pragmática música tradicional. Paralelamente a las experiencias musicales, las exposiciones de múltiples obras sonoras en un mismo espacio condujeron, ya entonces, a un campo de pensamiento multifocal, que fue revelándose en la presentación de instalaciones únicas para conjuntos importantes de altavoces, unas veces desprovistos de sus carcasas, otras disimulados en la estructura del espacio formando parte de elementos esculturales y estructurales diversos, o estimulando la resonancia de objetos inicialmente no concebidos para la emisión de sonido. Tanta es la actualidad tecnológica de la multifocalidad que, en enero de 2016, la revista Computer Music Journal, concluyó la fase de recogida de una convocatoria de artículos comisariada por Eric Lyon acerca de las matrices de alta densidad de altavoces, que se llama HDLA, de "High Density Loudspeaker Arrays", que son sistemas de más de 24 vías independientes como el Sound Dome de ZKM, el 4DSOUND, el TU de Berlín, el Wave-Field System Synthesis, el BEAST, el Cube del ICAT, el DNF de la Orquesta del Caos que gestiona el Grup de Recerca Multifocal en Hangar, que en realidad son un montón de lugares donde tienen lugar ese tipo de experiencias y de investigaciones relacionadas con la multifocalidad en contextos específicos de arte sonoro. También, tiene mucha importancia la tecnología en relación al paisaje sonoro y, especialmente, por el hecho de la existencia de las telecomunicaciones. Ya en el año '72, en los encuentros de Pamplona, Lugán, con el apoyo de la compañía Telefónica de España, había dispuesto un conjunto de 100 teléfonos y diez cabinas interconectadas de diversas formas con el que exploraba una poética social del empleo de las telecomunicaciones, difícilmente asociable al pensamiento musical. Había, así, creado una muy interesante y pionera obra sonora que llamó: Teléfonos Aleatorios. Si, en aquella época, las características de la red telefónica permitían poco más que la transmisión de sonidos, desde que internet se fue apoderando de nuestras vidas, las informaciones y recursos disponibles en red son difíciles de acotar hoy en día. Como no es un hecho nuevo, estamos en disposición ahora mismo, de extraer el mayor partido. Hasta lo que otrora fue mantenido arcano para la mayoría, puede ser hoy hallado en algún servidor. Por ejemplo, los viejos algoritmos Gendyn propuestos por Xenakis a principios de los años '90 se encuentran, en la actualidad, implementados para dispositivos móviles en una "app" llamada iGendyn. No sería nada descabellado pensar en un conjunto de eventos deslocalizados, "happenings" si se quiere, en distintos lugares para públicos en cuyos dispositivos móviles corriera ese programa. Los participantes de cada localización geográfica estarían interconectados de manera pública por medio de pantallas, que darían además instrucciones acerca de las acciones específicas a realizar en cada momento. Y, habría también, dispositivos de espacialización de sonido que emitirían una mezcla de los ambientes sonoros de las localizaciones remotas. Eso sería un ejemplo, pero también podían comunicarse de forma privada, si lo deseaban, a través de los canales habituales de comunicación interpersonal. De esa manera, el sonido general de cada localización procedería de los, tal vez, cientos de pequeños altavoces de los dispositivos móviles, y sería recogido por micrófonos, quizá, de ambiente que, lo enviarían a la red de manera que, además de alimentar el paisaje sonoro de las localizaciones remotas, cualquier sistema aislado conectado a ella podría recibirlo. La gestión del comportamiento de todo el evento podría ser parcial o totalmente realizada de manera algorítmica. En el primer caso, se requeriría de la participación de "performers". O, simplemente, de personas que tomaran decisiones. Y en el segundo, todas las decisiones, incluso las estéticas, podrían ser tomadas por un único ordenador en virtud de las herramientas de proceso de datos vinculadas a los estándares de descripción de material audiovisual, por ejemplo, tales como SDIF o MPEG-7. El sueño del protagonismo del público quedaría en virtud de este "happening performance" realizado. Y, para terminar, una pregunta. ¿Qué pasaría si una red compartida de hidrófonos de altas prestaciones, distribuidos a lo largo de la costa de la isla de Mallorca, emitiera sus sonidos en "streaming" a Internet? Por ejemplo, para ser captada en lugares de sonoridad especial como el Aljub de Es Baluard, Mallorca, donde una instalación multifocal los espacializara para sumergir a los visitantes en el mar, según sus preferencias dictadas a través de sus dispositivos móviles, por ejemplo. O, ¿no sería mejor, tal vez, que un dispositivo inteligente intuyera sus necesidades? ¿Y si los posibles visitantes remotos tuviesen la opción de dialogar con los locales? En otro orden de cosas, y solo por proponer locuras, ¿puede una colmena urbana monitorizada en Barcelona condicionar el condicionamiento sonoro de una instalación multifocal en Berlín? Pues, claro que sí, en virtud del empleo de una tecnología ya no nueva llamada Web Socket, por ejemplo.